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Diseño industrial en América  Latina.

 

Antes de ser considerado el termino Diseñador industrial, o incluso solo diseñador, existían los artesanos, quienes mostraban las artesanías como el mayor nivel de expresión de un pueblo, estos materializaban sentimientos, vivencias, creencias cosmogónicas y demás aspectos; los artesanos dieron vida a muchas de las actividades productivas, sobre las cuales en algún punto el diseñador industrial se inspira y es capaz de desarrollar respuestas y propuestas para atender las condiciones de vida de los seres humanos. Al llegar el diseñador industrial, la imagen del artesano puede pensarse que fue “pisoteada”, pero el D.I cumple con el deber de que cualquier expresión artesanal, no se puede intervenir con dinámicas de progreso y desarrollo, desde miradas comerciales. El diseñador industrial respeta las tradiciones y expresiones propias de las culturas de los pueblo, tiene muy claro que antes de definir que es y que se debe hacer, lo que debe tratar es de mantenerse siempre al lado, tratando de aprender de sus hermanos mayores: los artesanos1.

Ahora entrando en materia como tal del diseño industrial, en el año 1945 el diseño pasa de ser tomado como algo “Artesanal” y se convierte en un factor económico, incorporado a la producción y adquiere la dimensión de lo masivo. A partir de momento se cree en una nueva forma de producción de conocimiento, en donde todo puede ser producible y explotable comercialmente. El diseño comienza a ser un factor indispensable en la producción y el objeto pasa a ser producto.

A finales de la década de los ochenta, el diseño industrial formaba parte de la cotidianidad de muchos países, pero en el caso de Colombia, el termino era asociado a cuestiones mas técnicas que profesionales. El diseño paso a ser visto como algo relacionado meramente con el dibujo o con la ingeniería de diseño, y se llegó a entender erróneamente el concepto de Diseño.

En América latina, de manera mas especifica en Colombia, se concebía una manera de hacer industria en donde prácticamente se prescindía del diseñador industrial y se subvaloraba su importancia. Gracias a esto, los productos carecían de identidad, lo cual dificultaba la presencia de estos en el mercado. Con el pasar de las perdidas o la falta de producción se volvió evidente la necesidad de introducir el diseño como una herramienta de competitividad.

En ese momento los diseñadores debieron buscar la forma de desenvolverse y prácticamente “venderse” a las empresas por medio de su producto, la hoja de vida de estos paso de ser una cuestión de la persona que era, a una cuestión meramente relacionada con su capacidad para diseñar, para las primeras generaciones de diseñadores en Colombia y américa latina, su punto primordial era entrar a trabajar en el mercado con sus diseños y proyectos. Debían dar a entender cual era su función, pues muchos ingenieros desconocían la función del diseñador, se limitaban a copiar los modelos de los mercados internacionales, no tenían conciencia de cómo el diseño industrial podría aportar para mejorar su calidad de vida, sin invertir, en los que ahora se podrían considerar como los pilares para el comercio.

Ahora bien, no se debe pensar de manera subjetiva, pues el introducir a los diseñadores industriales como estrategia empresarial, implicaría en esa época un cambio cultural y gasto de recursos indispensables para la empresa, se requerían cambios en los patrones de actuación cambios como innovación, estética y ergonomía; estos era complicado implementarlos pues los gerentes de estas empresas venia con una mentalidad meramente conservadora y los diseñadores habrían entrado con una mentalidad puramente “liberal”, podría tomarse a los diseñadores como el niño nuevo que llega a la clase, con tatuajes y piercings en las orejas, un bicho raro para la población estudiantil, para algunos otros un símbolo de rebeldía y soberbia, para otros símbolo de la libre expresión; este niño puede venir de forma abrupta a cambiar la mentalidad de todos y convertir en un caos la situación, o puede hacer uso de su capacidad intelectual para tratar a los demás con la madures suficientes para hacerlos entrar en razón y que salgan de la burbuja de cristal en donde estaban metidos. Esta es la función del diseñador industrial metafóricamente; este no es mas que el encargado de abrir las mentes y mostrar un mundo con otros ojos, un mundo muy parecido al nuestro, pero con la mayor comodidad y la mayor estética que este nos puede brindar.

 

Fuentes:

 

Arte en los noventa-  Andres Sicard Currea 

 

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